“[La civilización mundana], la técnica, la industria, el comercio, etcétera., necesitan los basamentos comunes de una ética y de una honestidad del espíritu.
(EL JUEGO DE LOS ABALORIOS)
Novela
utópica, cuya propuesta de realidad literaria y certeza al mundo que vivimos, narra
la relación que existe entre el arte y la ciencia, entre la música y las
matemáticas como modelo de formación intelectual, artística y espiritual en el
selecto espacio llamado Castalia; en ciudad que se preste llamarse humana,
mundo terrenal. Texto narrativo que postula e invita a la armonía, a la paz.
El libro está constituido en tres partes, como se estructurara cualquier tipo de ensayo: La primera, por el esbozo de una introducción (lenta y por lo tanto aburrida al lector a punto de abortar muy temprano su lectura, pero…); la segunda a la descripción biográfica del Magister Ludi, José Knecht, médium y personaje principal de la novela por medio de la cual se desarrolla la argumentación del lenguaje secreto del juego de los abalorios que, contiene todos los contenidos científicos, artísticos y valores culturales; formas de palpar el entorno espiritual del cosmos. Y, una tercera parte, el cierre, la conclusión:
Muestra de los escritos del joven Knecht:
Poemas y relatos, bajo el título “tres currículum vitae”.
Así,
el meollo del asunto de un nuevo alfabeto, un naciente lenguaje de signos que
hicieran posible fijar e intercambiar las nuevas vivencias espirituales. Los
cimientos de lo que había de venir en el juego de los abalorios. Los
fundamentos de una lengua, un idioma de signos y fórmulas en el que
participaban por igual las matemáticas y la música; factibles para enlazar
fórmulas astronómicas y musicales, reducir simultáneamente a un común
denominador las ciencias y el arte. Habría que aprender la técnica y el
ejercicio de la contemplación del espíritu.
Castalia,
el hábitat donde se desarrolla la historia de la novela, especie de nueva
Atlántida; de Aleph borgeano: “donde están todos los lugares del orbe, vistos
desde todos los ángulos”. Castalia, lugar donde están todos los valores
espirituales de la humanidad, vistos a partir de la “matemática musical” como
paradigma, reitero, que encierra todos los contenidos científicos y artísticos.
*
El
acercamiento y más tarde la lectura de la novela El juego de los abalorios de Hermann Hesse, escrita en medio del
holocausto y el caos humano en 1943 se dio como referencia del texto leído de
divulgación científica, titulado matemática
musical que aparece en el libro El
ábaco, la lira y la rosa de José Luis Díaz, donde este científico plantea
la relación mencionada arriba, entre las matemáticas y las artes, especie de paradigma
puntual que contiene todas las ciencias y las artes; ejemplo narrativo en
demostrar tal relación.
El
que esboza estas líneas sabía del nombre de Hermann Hesse y su novela, quizá la
más leída, El lobo estepario (por
cierto, todavía en el estante de mi pequeña biblioteca, sin haberla leído aún),
pero el azar me llevó a leer la que es la última obra que dejó escrita el novelista
alemán, El juego de los abalorios.
Así el mundo de la lectura.
Novela
de largo aliento, con frecuencia rítmica de temperamento intelectual que
distrae al lector esperando la fluidez literaria acostumbrada y tradicional en
una historia de ficción, pues el comienzo de ésta es una tentativa de
“ensayismo” introductorio, de analogía característica del ensayo. Bueno, al
menos a mí me provocó un cierto rompimiento de esquema literario; pero en
realidad, “Ensayo de una introducción, la primera parte del libro, fácilmente
comprensible a su historia” es una presentación radiográfica, fotográfica,
periférica, de contorno, de scanning, sobre qué va la historia, cómo está
organizada y cuál es el conflicto planteado y mostrado en la biografía del Magister Ludi José Knecht; sintetizado
en sus poemas y relatos escritos durante la juventud. Conflicto moral encarnado
en éste, ante la visión reclamante de la realidad mundana que contrasta con la
realidad del hábitat de Castalia; una especie de universo en una cáscara de
avellana. Universo hermético que finalmente José Knecht abre grietas para
atender a su consciencia antagónica, representada por Plinio Designori.