jueves, 1 de agosto de 2013

Buscándole cabeza al fútbol





Del archivo de cartón

El juego del fútbol se juega con los pies, un mínimo de intuición y otro de azar. Pero detrás de patear un balón de extremo a extremo hasta encontrar la finitud definida por una red, puede tener una explicación teórica de lo que sucede dentro del campo de juego como para crear una praxis donde también se juegue con la cabeza.
Por supuesto, para quien ha jugado fútbol, esta concepción es innecesaria. Por un lado a los jugadores (y ahora a ellas, aunque de manera incipiente) les interesa ir en busca,  tirar  y meter el gol ansiado; por el otro, evitar esa búsqueda, ese tiro; ese gol en torno al cual gira el significado de este juego. Así, en ambos sentidos, la explicación de jugar el balón en cualesquiera condiciones que se trate.
Es el pie, ante todo, quien hará todas estas funciones; pero también el cuerpo, la frente, la cabeza en cierta forma, con sus mínimos de pensamiento para deleitarse con un dribling, con un spring; con tocar el balón en corto, en largo; con gozar el efecto de éste en un tiro libre y, más, si el disparo llegara a parar a las redes ante la mirada angustiada, fría de los jugadores adversarios quienes ven en el fondo a un arquero que quiso pero no pudo descifrar la trayectoria geométrica del esférico.
En suma, para jugar este juego no se necesita tanto una explicación epistemológica; se requiere, en la práctica misma, del dominio y la destreza de la pelota para ser fiel amigo de ésta; ser conocedor de las funciones de cada jugador dentro de la cancha, así como del conocimiento estratégico del movimiento de éstos. Ser un cierto filósofo de la praxis futbolera, un conocedor de la filosofía de los pies. Sin embargo, esta filosofía no es suficiente como para explicar con el uso de la razón la trascendencia cognoscitiva que representa este juego como objeto de estudio. Visualizar a éste como una concepción de vida donde se fusionan todas las teorías del conocimiento humano que existen hasta el momento, es jugar no sólo con los pies sino con la cabeza. 
Así el gol en este nivel de especulación intelectual (fuera de todo azar) representa la unidad, la fraternidad, el abrazo de las posiciones extremas y, sin duda, como alguien ha dicho, una expresión erótica en donde el objeto: el balón y, el sujeto: los jugadores, el público; logran culminar su éxtasis a través de éste.
El logro del gol, es el resultado de un acuerdo entre las distintas posiciones de juego que se da en el diálogo; en otras palabras; es el trabajo de equipo, el juego de conjunto. Así, por ejemplo, vemos que en cierto momento un defensa ocupa o comparte la posición de un delantero sin que exista por esto fricción alguna. Es ante todo un acuerdo de posiciones entre ambas.
Acuerdo que repetidamente no se da en la vida mundana; en la coloquial, en la arcaica y mucho menos en la que todos creen saberlo todo.

En estos últimos principalmente, el acercamiento entre las distintas posiciones teóricas se da muy poco; en cambio, en este juego futbolero es constante, así lo demuestra el logro del gol y, cuando no llega, algo falló en el diálogo entre la onceava de un lado y la otra por el otro, o simplemente intervino el azar de los azares, significativo para bien o para mal de ambas partes.

Texto publicado en la Verdad del Sureste, el 7 de junio de 2002.

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