Del archivo de cartón
Por supuesto, para quien ha
jugado fútbol, esta concepción es innecesaria. Por un lado a los jugadores (y
ahora a ellas, aunque de manera incipiente) les interesa ir en busca, tirar
y meter el gol ansiado; por el otro, evitar esa búsqueda, ese tiro; ese
gol en torno al cual gira el significado de este juego. Así, en ambos sentidos,
la explicación de jugar el balón en cualesquiera condiciones que se trate.
Es el pie, ante todo, quien hará
todas estas funciones; pero también el cuerpo, la frente, la cabeza en cierta
forma, con sus mínimos de pensamiento para deleitarse con un dribling, con un
spring; con tocar el balón en corto, en largo; con gozar el efecto de éste en
un tiro libre y, más, si el disparo llegara a parar a las redes ante la mirada
angustiada, fría de los jugadores adversarios quienes ven en el fondo a un
arquero que quiso pero no pudo descifrar la trayectoria geométrica del
esférico.
En suma, para jugar este juego no
se necesita tanto una explicación epistemológica; se requiere, en la práctica
misma, del dominio y la destreza de la pelota para ser fiel amigo de ésta; ser
conocedor de las funciones de cada jugador dentro de la cancha, así como del
conocimiento estratégico del movimiento de éstos. Ser un cierto filósofo de la
praxis futbolera, un conocedor de la filosofía de los pies. Sin embargo, esta
filosofía no es suficiente como para explicar con el uso de la razón la
trascendencia cognoscitiva que representa este juego como objeto de estudio.
Visualizar a éste como una concepción de vida donde se fusionan todas las
teorías del conocimiento humano que existen hasta el momento, es jugar no sólo
con los pies sino con la cabeza.
Así el gol en este nivel de
especulación intelectual (fuera de todo azar) representa la unidad, la
fraternidad, el abrazo de las posiciones extremas y, sin duda, como alguien ha
dicho, una expresión erótica en donde el objeto: el balón y, el sujeto: los
jugadores, el público; logran culminar su éxtasis a través de éste.
El logro del gol, es el resultado
de un acuerdo entre las distintas posiciones de juego que se da en el diálogo;
en otras palabras; es el trabajo de equipo, el juego de conjunto. Así, por
ejemplo, vemos que en cierto momento un defensa ocupa o comparte la posición de
un delantero sin que exista por esto fricción alguna. Es ante todo un acuerdo de
posiciones entre ambas.
Acuerdo que repetidamente no se
da en la vida mundana; en la coloquial, en la arcaica y mucho menos en la que
todos creen saberlo todo.
En estos últimos principalmente,
el acercamiento entre las distintas posiciones teóricas se da muy poco; en
cambio, en este juego futbolero es constante, así lo demuestra el logro del gol
y, cuando no llega, algo falló en el diálogo entre la onceava de un lado y la
otra por el otro, o simplemente intervino el azar de los azares, significativo
para bien o para mal de ambas partes.
Texto publicado en la Verdad del Sureste, el 7 de junio de 2002.
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