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Podría
ser que cuando uno es lector, no por necesidad estudiantil, como sucede
generalmente en las aulas universitarias; sino por necesidad ontológica, que
permita conocernos más y mejor; como forma de descubrir lo ignorante que hemos
sido y seguiremos siendo (nada más que con conocimiento de causa); y sobre
todo, conocer que, a través de las palabras, se puede escuchar y sentir el
verdadero placer de disfrutar la vida y, por lo tanto, su real sentido; el cómo leer y por qué, libro escrito por
el crítico literario y profesor de humanidades en la Universidad de Yale,
Harold Bloom, no tendría ningún interés, más que el de la curiosidad o el
voyerismo intelectual de una práctica vivida todos los días. Pero no, el doctor
Bloom es alguien dedicado en enseñar a leer a jóvenes universitarios por más de
cinco décadas; a caminar las veredas que se deben seguir, para acompañarse de
los grandes escritores de la humanidad, y descubrir la piedra de toque en la
lectura de textos literarios.
Dos
libros (de los demasiados escritos) que bien ha valido la pena leerlos a lo largo
de los senderos recorridos por la lectura, han sido: El arte de leer, de Emilio Faguet y cómo leer un libro, de Mortimer J. Adler. Pero, cómo leer y por qué ha sido, hasta el
momento, el mejor.
Éste, en comparación con ellos, nada que ver
con los olores pragmáticos del tecnicismo escolar. El de Bloom, más bien es la
praxis vívida de la posibilidad de ser,
que los otros carecen; porque es bueno decirlo, así fueron pensados y escritos:
Con la frialdad con que son redactados los libros escolares.
Cómo
leer y por qué, es un libro de ensayo escrito, decía, por
un crítico literario y, por ello, la intención de explicitar lo que está
implícito en él, a través de los grandes maestros como Williams Shakespeare, su
piedra de toque a lo largo del libro, porque este autor inglés contiene —nos
dice el autor— todos los principios de la lectura, donde uno como lector, puede
encontrar las respuestas al para, por qué y cómo leer: lo que uno no ve, la
vida misma, la sabiduría.
Principios de renovación de la lectura que
propone Harold Bloom, bajo la observación de que ésta debe ser por necesidad,
el interés propio, o el placer de leer, más que por una empresa educativa. Por
eso leamos, sobre todo literatura, porque es lo más saludable para el espíritu,
porque ayuda a aliviar la soledad, a llenar de sensibilidad el vacío donde nos
encontramos desde hace buen tiempo en esta modernidad.
Primicias que son el hilo conductor en el
análisis de los personajes de la muestra literaria (cuentos, novelas, obras
teatrales y poemas) presentada por Bloom en este libro, para argumentar la
importancia de leer y cómo disfrutar en ello.
Pero
veamos cuáles son estos principios que nos ofrece el canónico maestro
newyorkino:
1.
Límpiate la mente de tópicos. 2. No trates de
mejorar a tu vecino ni a tu ciudad con lo que lees ni por el modo en que no
lees. 3. El intelectual es una vela que iluminará la voluntad y los anhelos de
todos los hombres. 4. Para leer bien hay que ser inventor. 5. Recuperar lo
irónico.
Así, este libro de ensayo estructurado en
cinco partes, precedido por un prefacio y un prólogo, como por un epílogo. La
primera parte dedicada al análisis de dieciochos cuentos, entre los que se puede
encontrar: <<El prado de Bezhin y
Kasian, el de las tierras bellas, de Iván Turguéniev>>, <<El beso, el estudiante y la dama del perrito,
de Anton Chéjov>>, entre otros cuentos seleccionados debido a que todos
ellos alcanzan en su arte algo rayano a la perfección. La segunda parte,
dedicada a la poesía y, especialmente a poemas como: <<La rosa enferma, de William
Blake>>, <<Canto a mi mismo,
de Walt Whitman>>, <Mejor será ser malo que mal estimado
, Soneto 129: Despilfarro de aliento en derroche de
afrenta y Soneto 144: Dos tengo
amores de catástrofe y amparo, de William Shakespeare>>, <<El paraíso perdido, de John
Milton>>, y otros más. La tercera parte a un primer listados de novelas,
entre las cuales uno puede encontrar: <<El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de
Cervantes>>, <<La cartuja de
Parma, de Stendhal>>, <<Grandes
esperanzas, de Charles Dickens>>, <<Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski>>, o <<En busca del tiempo perdido, de Marcel
Proust>>. La cuarta parte dedicada a las obras teatrales: <<Hamlet, de William Shakespeare>>,
<<Hedda Gabler, de Henrik
Ibsen>> y <<La importancia de
llamarse Ernesto, de Oscar Wilde>>. Finalmente, la quinta parte es un
regreso a la novela en un segundo listado: <<Moby Dick, de Herman Melville>>, <
Ahora bien, ¿qué es lo que sustenta esta
estructura literaria, como para acercarse a ella?, ¿por qué leer las obras que
constituyen el esqueleto de este libro? Y, sobre todo, ¿cómo leerlas? Veamos que
nos sigue argumentando Harold Bloom en una brevísima muestra que he
seleccionado:
De los cuentos, nos dice Bloom, esperamos por
lo menos, conocer mejor nuestra realidad, nuestra vulnerabilidad al destino.
Porque leerlos, si bien, no nos hace más sencillo, más sincero ni más yo mismo,
si [un] deseo de ser mejor (aunque no pueda). Porque a través de Chejov, por
ejemplo, se [nos] enseña que la literatura es una forma del bien, [a pesar,
vaya la paradoja, que] mientras leemos, de que allí está al fin la verdad sobre
la constante mezcla de infelicidad banal y alegría trágica que impregna la vida
humana. Porque nos permite conocer de manera introductoria los difíciles
placeres [de la vida, como lo postula] Guy Maupassant.
[Porque, como es el caso de la poesía, ésta
nos permite mirar las cosas de manera trascendental], encontrarnos, y en ese
proceso a veces descubrimos que somos más profundos y extraños de lo que
creíamos.
La poesía puede ayudarnos a hablar más plena
y claramente con nosotros mismos, y a oír, como de pesada esa conversación.
La
razón primordial de la lectura es el fortalecimiento de la propia personalidad:
·
Porque nos educa para pensar con más
sutiliza, y mayor conciencia de lo difícil que es romper con las respuestas
convencionales que nos han inculcado.
·
Porque un poema nos puede llevar, como
lector, de un oscuro viaje hacia una sensación de libertad.
·
Porque nos da su visión de la naturaleza
humana.
·
Porque en la poesía se expresa tan
maravillosamente el anhelo universal de amor y, al mismo tiempo, una conciencia
profunda de que todo amor, literario y humano, depende de un conocimiento
incompleto e incierto.
Y, ¿cómo leerla? Continuemos siguiendo a
Bloom: [debemos leer poesía] con el oído interior [porque ello] nos permite,
como lector, conocer la realidad y, más allá de la realidad supuesta. Siempre
que sea posible, hay que aprenderse los poemas de memoria. Leer muy despacio, y
de preferencia en voz alta, bien para sí, bien para otros.
Hay muchas maneras de leer bien, pero en
todas está implícita nuestra atenta receptividad.
En
suma, leer literatura, como es la propuesta de este libro, para obtener un
placer estético y ampliar nuestra perspectiva espiritual. Por sus valores
estéticos y espirituales, y quizá por [el] heroísmo de sus protagonistas.
Porque nos altera la conciencia. Porque es un impulso hacia la libertad
interior casi al precio que sea, como lo postula El retrato de una dama, de Henry James. Porque nos despierta a
vivir una pasión intelectual y emotiva. Porque en los personajes de una novela,
como Hans Castorp de La montaña mágica,
podemos encontrar <>.
Porque sólo la lectura atenta y constante proporciona y desarrolla plenamente
una potencialidad autónoma. Nos sentencia Harold Bloom.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Bloom, Harold. (2002). Cómo leer y por qué. España: ANAGRAMA.
* Este texto apareció en la revista Perspectivas Docentes de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco en el año de 2013.
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