Toda lectura literaria es una estrategia metacognitiva para estimular, desarrollar y a prender a pensar el conocimiento de manera creativa, interpretativa y crítica de la realidad que ofrece la literariedad del texto, desde el momento (como se mencionó líneas arriba), de la interacción entre el lector y el texto a través de una comunicación literaria que le permiten comprender-explicar-comprender su realidad fuera del texto de manera más humana que la ofrecida digitalmente. Está en el aprendizaje del conocimiento de la vida, en el conocimiento que nos aporta ser en el mundo que nos permite darnos cuenta de ello; ser consciente de este aprendizaje y, en base a ello y sus alternativas, dinamizar de manera creativa nuestra comprensión y valoración de nuestra realidad. La lectura de la novela Moby Dick como
aprendizaje que permite en el lector desarrollar el pensamiento interpretativo y crítico, creativamente. Está en la selección de algunos capítulos de la novela leídos y vueltos a leer, como el 107 y 108, titulados “El carpintero” y “Ahab y el carpintero” respectivamente, porque en medio de la oscuridad, del vacío, de la miseria, del infierno; del largo viaje hacia el gran agujero negro marítimo; el carácter y la personalidad espontánea de la vitalidad, la fuerza de la inquietud del envidiado y maravilloso carpintero que sólo tiene respuestas creativas dadas al capitán Ahab y a la embarcación. O, el capítulo 132 que lleva por nombre “la sinfonía”, cuya selección y elección ha sido la mejor para este lector quien escribe, porque permite comprender el verdadero rostro humano del heroe. Verdadera joya metacognitiva para el que lee, debido al acercamiento hacia el modelo de invención humana encarnada en el personaje principal, parecido a los heroes shekespearianos o homericos: la música de la nostalgia terrenal; la voz del infierno, paradogicamente libertad del capitán.Está a lo largo de las ochocientas sesenta y tres páginas, subrayando de manera inducida, estimulada y provocada por las experiencias lectoras que el lector se ha hecho acompañar a lo largo de sus senderos literarios; los míos, los subrayados, guiado por las lecturas de temas filosóficos presentes en el discurso narrativo de la ballena blanca: el hombre contra el hombre, su mortalidad, la oscuridad, el vacío, la miseria humana, la espontaneidad de la vitalidad, la fuerza de la inquietud, reitero; como el asomo de la esperanza. Porque nuestra leída, nuestro aprendizaje metacognitivo es: Moby Dick, novela de personajes vitalistas. Atraídos ciertamente, de principio a fin de la historia por la ballena hacia las profundidades del mar; pero ante la esperanza de que alguien nos contara.
Está, por supuesto, en ir seleccionando palabras importantes junto a sus significados que en la novela es un buen glosario de términos marítimos: la proa, la popa, el estribor, la sobrequilla, sotavento, la quilla, apostilla, cetología, barlovento, alcázar, cofa, estera, estacha, frenólogo, affidávit, la destilería, por mencionar algunos.
Está en ir anotando al margen de la hoja de los subrayados, planteando preguntas que nos vayan aclarando, reflexionando, explicando y evaluando con nuestras propias palabras la postura de un lector conscientemente de la realidad literaria, para más tarde moverse libremente sobre la realidad digital, porque ha adquirido el control de su aprendizaje:
…
Cap. 18. Su señal
…Los
arponeros piadosos nunca son buenos navegantes: les da escrúpulos; y un buen
arponero no vale un pimiento si no es como un tiburón…, p.161
Cap. 25. Apostilla
… En
verdad, un hombre maduro que utilice aceite para el pelo, a menos que sea de
manera medicinal, tal hombre, probablemente, tenga un punto débil en algún
sitio. Y, por regla general, no puede valer mucho en su totalidad… , p. 193.
Cap. 26. Caballeros y escuderos
…
Con esto, parecía querer decir no solamente que el más fiable y útil de los
corajes era el que surge desde la justa estimación del peligro encontrado, sino
que un hombre sin nigún miedo era un compañero mucho más peligroso que un
cobarde… , p. 196.
…
Starbuck no era un cruzado en busca de peligros; el coraje en él no era un
sentimiento, sino una cosa simplemente útil y siempre a mano en todas las
ocasiones prácticas de los mortales. Aparte de eso, pensaba quizá que en este
asunto de la caza de la ballena el coraje era una de las más grandes
provisiones que se podían llevar a bordo, como los filetes y el pan, y que no
debía ser tontamente derrochado…
… Porque Starburck pensaba: <<Estoy aquí, en este océano crítico, matando ballenas para ganarme el sustento, y no para que me maten ellas y se ganen el suyo>>…, p. 197.
Cap. 27 Caballeros y escuderos
Lo
mismo, digo, porque en todos estos casos los nativos americanos proporcionan el
cerebro y el resto del mundo suministra los músculos con la misma generosidad…,
p. 205.
Cap. 29 Aparece Ahab; después, Stubb
… La
ancianidad está siempre desvelada; como sí, cuanto más tiempo estuviese ligado
a la vida, menos quisiera el hombre tener que ver con nada que se parezca a la
muerte…, p. 212.
Cap. 32 Cetología
Es esta una tarea lenta y pesada; no puede compararse con la de un clasificador corriente de cartas de cualquier oficina de correos. Buscar a tientas en el fondo del mar, meter la mano entre los indescriptibles fundamentos, costillas y mismísimas entrañas del mundo; esto es algo aterrador. ¿ Quién soy yo para intentar enganchar el hocico de este leviatán? Las terribles burlas del libro de Job bien podrían aterrorizarme. <<¿Hará él (el leviatán) un pacto con voz? ¡He aquí que la esperanza es vana!>> Sin embargo, he nadado por las bibliotecas y navegado a través de los océanos; he tenido que vérmelas con ballenas, con estas manos palpables; lo digo en serio y lo probaré. Pero antes hay algunos preliminares que determinar. [Quién habla y a quién se refiere el hablante], p. 225.
… mi definición de la ballena; es decir: pez que lanza un chorro y tiene la cola horizontal…, p. 237.
…
Llenas de buen humor, llegan invariablemente desde las ventosas olas de
barlovento. Siempre viven viento en popa. Se las considera como un buen
presagio. Si no sois capaces, que el cielo os ayude entonces: el santo espíritu
del juego y la alegría no está dentro de vosotros…, p. 238 [Leer de nuevo toda la página].
Cap. 36 El alcázar (Entra Ahab; después, todos)
…
Todos los objetos visibles, hombre, no son más que máscaras de cartón de
piedra. Sin embargo, en cada hecho, en el acto de vivir, en el indudable acto,
una cosa desconocida, pero que razona,
muestra sus rasgos tras la irracional máscara. ¡Para llegar al hombre, hay que derribar la máscara! ¿Cómo puede el
prisionero alcanzar el exterior si no es abriéndose paso a través del muro?
Para mí, la gran ballena es aquel muro, puesto delante de mí. Agunas veces
pienso que no hay nada detrás. Pero es suficiente…
… Hay hombres cuyas palabras acaloradas son pequeñas indignidades…, p. 269.
Cap. 37 Atardecer
Dejo esta estela blanca y turbia, de aguas pálidas y mejillas aún más palidas, por donde navego. Las envidiosas olas, a los lados se hinchan para destruir mi huella; dejadlas, primero paso yo…, p. 274.
… El
sendero que me conduce a mi propósito fijo tiene raíles de hierro, en donde mi
alma está lista para correr. Sobre los inseguros desfiladeros, a través de los
estriados corazones de las montañas, bajo cauces torrentosos, me precipito
infaliblemente. ¡Nada es un obstáculo! ¿No hay sesgos para el camino de hierro!
(Ahab), p. 276.
Cap. 39 Primera guardia nocturna
(Cofa del trinquete; Stubb, solo, arreglando una braza.)
…
Porque una risa es la respuesta más sabia, más fácil para todo lo que resulta
extraño, y, pase lo que pase, siempre hay un consuelo…, p. 279.
Cap. 41 Moby Dick
… pues la inmortalidad no es sino ubicuidad en el tiempo…
… La locura humana es, a menudo, la más astuta
y felina de las cosas. Cuando creéis que ha huido, no ha hecho más que
transfigurarse en alguna forma aún más sutil y callada…, p. 298-299.
…
Esto ya era mucho; sin embargo, la parte más grande, oscura y profunda de Ahab
permanecía sin insinuarse. Pero es inútil popularizar profundidades, y toda
verdad es profunda…, p. 299.
Cap.42 La blancura de la ballena
… No así el marinero, al observar el escenario de los mares antárticos, donde, a veces, por algún truco infernal de pretidigitación en los poderes del hielo y del aire, tiritando y medio naufragando, en vez del arco iris que le habla de esperanza y consuelo, ve para su miseria lo que parece un ilimitado cementerio sonriéndole abiertamente con sus inclinados monumentos de hielo y sus cruces astilladas…, p. 313.
… Aunque en muchos de sus aspectos este mundo visible parece formado en el amor, las esferas invisibles se formaron en el terror…, p. 314.
Cap. 44 La carta de navegación
… ¡Ah, Dios, qué traces tormentosos tiene que soportar un hombre consumido por un deseo no logrado de venganza! …, p. 323.
…
Ahab se precipitaba fuera de la cabina, era en ese momento algo vacío, un ser
sonámbulo y sin forma, un rayo de luz viviente, ciertamente, pero sin un bojeto
al que poder colorear, y por eso, algo vacío en sí mismo. Dios os asista,
anciano; vuestros pensamientos han creado una criatura en vos, y aquel a quien su pensar intenso
hace de él un Prometeo, de su corazón un buitre se alimentará para siempre; y
ese buitre es la misma criatura que él crea…, p. 324.
Cap. 46. Conjeturas
… En
momentos de fuerte emoción, la humanidad desprecia todas las consideraciones
básicas; pero tales momentos son evanescentes. <<La condición constitucional
y permanente del hombre, tal como está
hecho —pensaba Ahab—, es la sordidez…, p. 339.
Cap.
107 El carpintero (maravilla de personaje)
Cap. 116 La ballena agonizante
No
pocas veces en esta vida, estando en el lado correcto, los preferidos de la
fortuna navegan cerca de nosotros, y nosotros, que antes habíamos estado desfallecientes,
recibimos de algún modo un poco de brisa rápida y sentimos gozosamente que se
llenan nuestras deshindadas velas…, p.750. [No toda la suerte está hechada].
Cap.
132 La sinfonía (Leer de nuevo) PP
La música de la nostalgia: Entre las voces de la vida terrenal y la elección por la obseción de la voz de la muerte.
La novela Moby Dick de Herman Melville fue escrita y publicada por vez primera en los inicios de la década de los 50’s del siglo XIX. ‘Para lograr su propósito [nos dice Mary Carmen Sánchez Ambriz en su artículo, La cabeza de Moby Dick] se nutrió de diversas fuentes que van desde la Biblia, las teorías de Darwin —muy en boga en aquel tiempo—, la filosofía greco-latina, el Leviatán de Hobbes, los Viajes del capitán Cook, los Ensayos de Montaigne, el Paraíso perdido de Milton, además de tratados naturalistas sobre las comunidades pequeñas de Nantucket, ubicada en la costa de Massachusetts. El libro es, en realidad, el resultado de un titánico rapto de inspiración —lo escribió de un tirón entre el invierno de 1850 y la primavera de 1851— que lo llevaría a exclamar: “Denme una pluma de cóndor y el cráter del Vesubio como tintero”.
Nantucket es una isla considerada la capital norteamericana de los balleneros, un extraño rincón del mundo y de los sueños. Sus antiguos habitantes escuchaban el paso de las ballenas como algo cotidiano. Un codo de arena, sólo playa, una loma; lejos de la tierra, separada del mar: un paso, un suspiro. Eso es Nantucket. Polvo y arena. “Polvo eres y en polvo te convertirás”. Desde un mapa, Nantucket se puede ver como si fuera la cabeza de una ballena. En el muelle, en una línea apenas dibujada, zarpan los barcos en pos de su enorme presa. Allí se preparaba a los catchers para que surcaran los mares, eran pequeñas embarcaciones que aguardaban lo insólito: clavar un arpón en el lomo de una ballena y ser arrastrados por el animal mítico, mitad cachalote mitad isla´.
Libro no muy bien recibido por la crítica de aquélla época concebida y estimulada, sobre todo, por impulsos emotivos e impresionistas movidos al calor de la temperatura que sus estados de ánimos les daba por escribir, como lo muestra la “Brevísima antología de excentricidades melvillianas” seleccionadas por el Reverendo Doctor Cottonmouth-Luther. Pero el tiempo ha acallado estas voces. Sin embargo en la actualización de la lectura de esta novela, en pleno siglo XXI, el eco de éstas se escuchan a lo lejos del horizonte marítimo con nuevos problemas sociales que están presentes fuera del texto: el medio ambiente del ecosistema, la extinción del mundo acuático formado, verbi gracia, por las ballenas y, la discriminación racial manifestada en cierto momento dentro de la historia marítima y su hábitat, por mencionar solamente dos muy visibles al leer la novela. Problemas en los cuales no hay ninguna intención en detenerse, de nuestra parte. La lectura tiene otros fines, aunque breves, que se han venido desarrollando en este escrito. Cuestiones en las que se ha detenido uno de los críticos de mayor presencia en el siglo XX y lo que va de éste, el profesor neoyorkino, Harold Bloom y su relectura de la novela por más de sesenta años que avalan la solidez de sus comentarios de crítico. Sinteticemos:
“Leer bien Moby Dick es una empresa vasta, según corresponde a uno de los pocos aspirantes autétnticos a convertirse en épica nacional estadounidense. Pero como el protagonista de la novela es el capitán Ahab, me limitaré a repasar ciertos problemas de lectura que presenta él.. Figura nítidamente shesperiana, con tantas afinidades con el rey Lear como con Macbeth, en el sentido técnico Ahab es (como Macbeth) un malvado héroe. […].
Moby Dick es el paradigma novelístico de lo sublime para los estadounidenses: un logro fuera de lo común, no importa que sea en la cumbre o el abismo. Pese a la considerable deuda que tiene con Shekespeare, es una obra inusualmente original, mezcla nacional estadounidense del Libro de Jonás y el libro de Job. Ambos textos biblicos son citados por Melville […]
Melville no era cristiano, y tendía a identificarse con la antigua herejía gnóstica, en la cual el Dios creador es un torpe impostor, mientras que el Dios verdadero, llamado el extraño o el Ajeno, está exiliado en algún lugar de las regiones exteriores del cosmos […]” (257-260).
Una lectura ciertamente breve (brevísima al seleccionar aquí algunos fragmentos), para hablar solamente de ciertos pasajes sobre el capitán Ahab, nos dice el que fuera uno de los más influyentes de la crítica literaria. Libro de un extraordinario aliento narrativo, nos sentencia canonicamente, Harold Bloom.
La narración de la novela es la historia de unos marineros fuera de serie en voz de Ismael que, muestra el rostro del ser humano: La vitalidad, la esperanza; pero también la oscuridad, la desesperanza de la humanidad. La historia del capitán Ahab, Starbuck, Stubb, Flash, de Ismael, de Herman Melville; en fin, de una serie de personajes que postulan al lector la posibilidad de qué va la vida en la cual navegamos todos los días.
Una novela que nos permite conocer y reconocernos a través de la embarcación Pequod, las profundidades del mar, la ballena Moby Dick, como algunos elementos importantes para ello. La historia de una embarcación que puede ser la nuestra, nos ofrece la oportunidad de plantearnos preguntas tracedentales como: ¿Es la vitalidad y la esperanza o, es la vitalidad de la desesperanza quien nos define?, ¿es la espontaneidad de la vitalidad. La fuerza de la inquietud. El arte del insomnio?
Ante el hábitat de la oscuridad, nos recuerda el capitán Ahab, está el asomo de la esperanza. En fin, una historia excelente que hay que leer.
Conclusión
Es poco común en el ámbito académico y objeto de estudio poco tratado dentro de la comunidad científica literaria, el tema de la metacongnición como una de las líneas de la investigación a seguir; sin embargo en la práctica misma, su aprendizaje es crucial para el resultado de sus acometidos investigativos, según se ha mostrado brevemente en este ensayo, a través de la lectura de la novela Moby Dick, de Herman Melville, dentro de las posibilidades polifónicas que permite su viaje literario metacognitivo. Tal vez ello ha tenido su origen a partir del debate que ha existido, por lo menos, los últimos cuarenta años a la fecha entre los que establecen que la literatura no se enseña y aquellos que se manifiestan por la enseñanza aprendizaje de ella, por medio de la lectura y sus diversas estrategias metacognitivas que nos guían a comprender-explicar-críticar la realidad del texto. A desarrollar el pensamiento interpretativo y crìtico creativamente de la realidad digital encontrada fuera del texto.
Bibliografía
Bloom, Harold. Cómo leer y por qué. Traducido por Marcelo Cohen, Anagrama, 2002.
Cottonmouth-Luther. Brevísima antología de excentricidades melvillianas, en https://cultura.nexos.com.mx/?p=18407/01/08/2019.
Eco, Umberto. Sobre literatura. Traducido por Helena Lozano Miralles, Oceano, 2002.
Jaramillo, L. & Simbaña, V. La metacognición y su aplicación en herramientas virtuales desde la práctica docente. Sophia: colección de filosofía de la educación, 16 (1), 2014, pp. 299-313.
Melville, Herman. Moby Dick. Traducido por Maylee Yábar Dávila y José Luis García, Alianza Editorial, 2008.
Sánchez Ambriz, Mary Carmen. La cabeza de Moby Dick, en https://cultura.nexos.com.mx/?p=11275//28/09/2016.
Vital, Alberto. Conjeturas verosímiles, UNAM, 1996.
* (El texto es un fragmento del ensayo titulado Moby Dick como metacognición del pensamiento creativo, interpretativo y crítico, como un ejercicio creado dentro del Seminario de Investigación literaria, impartido por el Colegio de San Luis, a través de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Tabasco, durante el SARS-CoV-2, en el 2020.)
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