viernes, 30 de octubre de 2020

El humanismo, solución de problemas del agua

(El diálogo, la escuchatoria, el amor y la complementariedad entre la razón y la emoción)


El mundo en una gota de agua. Foto tomada de la BBC News Mundo

Lo que se presenta aquí, son experiencias de aprendizaje de un problema real y social, como lo es el agua religado a la enseñanza aprendizaje que una institución educativa ofrece, como la universidad. Una propuesta basada en el diálogo, la escuchatoria, el amor; en una educación integral, no fragmentada, donde implique la complementariedad entre la razón, la emoción y lo pasional; un proceso educativo sustentado en el humanismo.

 

El problema del agua, planteado en  los videos y las lecturas que aparecen en https://habilidadesdepensamientouvrhr.wordpress.com/ y, uno que otro texto que me he venido encontrando, por pura coincidencia en el camino: el ensayo titulado La crisis del agua, una propuesta teórica para su entendimiento, de Paloma Mejía Lechuga y Gerardo Alatorre Frenk que aparece en la revista Ciencias de la UNAM, número 125 (julio-septiembre 2017) germen de las respuestas a las preguntas del problema humano y por tanto del quehacer educativo, me recuerda la crítica planteada al ser de la modernidad actual, por la escritora Newyorkina Susan Sontag en el libro Ante el dolor de los demás, debido a la voyerista expectación de las calamidades en el otro, esa mirada humana de desdén, olvidando que un día menos pensado también nos puede suceder a nosotros. Por ello la pregunta, ¿Nos hemos convertido en seres insensibles ante los problemas sociales y humanos como el problema del agua? ¿Por qué la indiferencia o mirada distanciada? ¿Es producto de la abundancia o es de la comodidad? Una posible respuesta sería que, mientras la necesidad sea atendida todo está bien en nosotros. ¿Pero todo está bien? ¿Todo está bien, cuando la realidad es degradada por el humano mismo? El agua es un derecho natural y, como tal, igual para todos. Mientras el egoísmo económico recalcitrante sea la mira de uno cuantos y, por otro lado, la de los demás sea acomodaticia, seguirá persistiendo no sólo el problema del agua, sino cualquier tipo de problema humano.

*

¿Cómo enseñar y resolver el problema humano? ¿Cómo enseñarlo, plantearlo y resolverlo desde el contexto de la práctica docente? Ciertamente, la propuesta planteada en la praxis del conocimiento de las habilidades de pensamiento ofrece como elementos la observación, la autoobservación y el dejarse observar. Y agregaría, el diálogo, donde se fundamente en la intersección humana de tres vértices: el escuchar-el ver-y el decir. Fusión tridimensional que nos lleva al éxito cualitativo de cualquier educación, de cualquier enseñanza. Fusión triádica que nos conduce a comprendernos, a explicarnos la realidad educativa que vivimos de manera consciente, de manera pensada. El diálogo: forma de aprender a pensar. Diálogo comunicativo entre seres humanos pensantes de su entorno.

Así, el maestro ante el escuchar, el ver y el decir de los alumnos; se escucha, se ve y dice su palabra. Diálogo, conocimiento y reconocimiento de sí mismo.

La discusión podrá ser entonces el punto de partida en toda comunicación educativa, específicamente entre el maestro y el alumno, sin olvidar por supuesto a la institución y a la sociedad en la cual se está inmerso.

Diálogo, en sí mismo, como forma de comprendernos-explicarnos-comprendernos; como forma de pensamiento; como forma de aprendizaje.

Generalmente nos movemos por las vías de las creencias, los prejuicios, las opiniones anticipadas ante el otro y, con ello, los malentendidos de las interpretaciones falaces que hacen oscura la comunicación humana. Es decir, no hemos aprendido a saber escuchar. Que en el contexto educativo sería: El maestro no escucha al alumno, el alumno no escucha al maestro.

Pero sobre todo el profesor.

Verbi gracia:

A lo largo de treinta y cuatro años he sido profesor en la universidad de asignaturas como matemáticas y física; de materias del área de la licenciatura en ingeniería eléctrica. Hoy, maestro de filosofía y lectura y redacción desde hace una docena de años y, en el caminar de mis 34 años, he aprendido la importancia que tiene la escuchatoria en el proceso educativo y en general de nuestra vida. Expongo:

[…] es conveniente recordar: el profesor debe tener una visión abierta, democrática, en cierto sentido, que le permita escuchar la voz de los jóvenes, y claro, esto se logra, mediante la praxis del diálogo.

No es posible que la actitud de ciertos profesores esté basada en una sola dirección acústica, la suya la de su voz. No es posible querer imponer sus experiencias […] como únicas. En este sentido, reitero, el diálogo con los alumnos es importantísimo [en el proceso educativo] (Villator 2010: 73-74).

Ahora bien. Si escuchar es el sendero para alcanzar el diálogo. ¿Cuál sería la estrategia en lograrlo?: Seguro que a través del amor. La educación, el aprendizaje fundamentado en la emoción amorosa. Por ello, viene a bien compartir otra experiencia de vida y aprendizaje en mi práctica como profesional de la educación universitaria, en este contexto amoroso:

¡Los grandes maestros! Hasta ahora nadie me ha preguntado quién o quiénes han sido los maestros que me han influenciado a lo largo de mi camino como profesor universitario, y falta que ha hecho, porque no lo ha habido, excepto una, y esto lo he narrado en otras ocasiones: Doña Marcelina. Ella me enseñó a escribir y a leer a los cinco años. Me enseñó sin enseñarme a ser maestro. Y, en verdad, lo digo, a pesar de ello, que gran distancia nos separa.

Fuera de Doña Marcelina, la influencia en mi formación como maestro, ha sido más bien las que he encontrado y leído muy atentamente en los libros. Jesús, por ejemplo, el hijo del carpintero ha sido uno de ellos. La enseñanza del amor por el prójimo es esencial en el acto de educar. Los excelentes poetas, maestría para reconocer nuestra esencia ontológica, necesarísima e indispensable en el constante dialogo con el otro, con el alumno. La filosofía y sus genios, como los libros escritos por Platón. El banquete o apología de Sócrates son dignos de aprendizaje sobre el amor y la muerte. Esto por mencionar un par de lecturas del aún actual filósofo griego, de las veintiocho que ha heredado al pensamiento humano. Por citar, tan sólo, la guía de dos maestros, porque la enseñanza filosófica y cognitiva no se agota con ellos. O las enseñanzas que aportan los senderos de la ciencia y la literatura. Los de la ciencia, a través de los libros de divulgación científica, escritos, específicamente por científicos. Esa visión de la realidad, que contrasta, ciertamente con las ya descrita hace unos momentos, aunque paradójicamente coincidan en algunas paradas comunes, o en otras se complementen, ante el asombro y misterio del universo. Como la coincidencia con la literatura, donde ambas, antes de bifurcarse, integran sus realidades, logrando que el proceso de enseñanza aprendizaje no sea dogmático, absoluto.

Por lo menos una decena de libros, escritos por científicos, han sido más que suficiente en mi formación científica, aceptable en mi quehacer cotidiano como maestro de estudiantes de ingeniería. Historia del tiempo de Stephen Hawking y el universo elegante de Brian Green, son dos lecturas que han contribuido y ampliado el horizonte de la realidad, que de alguna manera formaron de manera primigenia los libros académicos estudiados en mi época de estudiante de ingeniería en la universidad, menos que leídos con que lo son los primeros. Si la física o las matemáticas, por ejemplo, se enseñaran con el rigor lógico academicista bajo un lenguaje divulgativo, la formación de ambas sería más significativa y tendría un impacto social más determinante.

Por su parte, una lectura considerable de libros literarios, constituyen el corpus estético e intelectual que ha sostenido mi aprendizaje y enseñanza a lo largo de estos años. Porque la visión que ofrece la literatura —postula, diría el escritor argentino Jorge Luis Borges—, es más universal que otras áreas del conocimiento, inclusive la que nos aporta la ciencia (Villator: 2018).

Sin embargo, el amor como médium que entrelaza, que une, que establece la complementariedad entre todas las disciplinas y áreas de conocimiento humano. Un andamiaje que sustenta la relación entre el sentir y el pensar. Entre la emoción y la razón: La razón de la emoción. Y en ello, fundamental las palabras, el lenguaje cristalino y emotivo que emana de toda fuente de amor. Porque como se ve y se escucha, en el video el poder de las palabras emotivas. No es lo mismo expresar, escribir: Estoy ciego. Por favor ayúdeme, que Es un hermoso día y no puedo verlo. Hay que recordar, parafraseando al filósofo Wittgenstein, que somos lenguaje, pero emotivo.

Epílogo

Hoy ha sido un día deslumbrante y con una calidez que había disminuido un poco con la lluvia del lunes y el martes en otoño de 2017. Un día que disfruté por la lectura del libro Para combatir esta era (Consideraciones sobre el fascismo y el humanismo), de Rob Riemen que concluí felizmente y valido la pena leerlo. No exagero. Se lo que digo. Una reflexión humana del escritor holandés ciertamente dentro del contexto europeo, acompañándose, acompañándonos como lector, de voces sensibles y universales. Cómo combatir esta era de abuso de poder, de ciencia y tecnología con la enseñanza del humanismo. Empatía con la propuesta de Riemen, porque hace buen tiempo vengo reflexionando y ejerciendo con mis alumnos de ingeniería, la lectura de textos literarios como propuesta educativa en la formación de la libertad, por ejemplo.

Postura, la de Rob, más que europea más que occidental de una sensibilización humana y grandeza de espíritu en el alma, ya mostrado en su anterior libro La Nobleza del espíritu. Aquí unos fragmentos tomados al azar del texto mencionado en el párrafo anterior, citados por el escritor de los Países Bajos:

En relación con la educación de los hijos, pienso que se le debe enseñar, no las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia respecto al dinero; no la prudencia, sino el valor y el desprecio del peligro; no la astucia, sino la franqueza y el amor a la verdad; no la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación; no el deseo del éxito, sino el deseo de ser y de deber (Natalia Ginzburg).

Vivir en la verdad, hacer lo correcto, crear belleza: sólo en estos actos es el hombre quien debiera ser, sólo entonces será libre. Quien permanece esclavo de sus deseos, emociones, impulsos, temores, prejuicios y no sabe cómo usar su intelecto no puede ser libre (Rob Riemen).

El espíritu representa nuestra capacidad de transformación. Nuestra vida emocional puede ser transpuesta en obras de arte. El espíritu crea nuevas necesidades intelectuales, a través de las cuales podemos trascender nuestros instintos físicos y naturalezas bestiales. El espíritu nos ha permitido tener una conciencia del tiempo, del pasado y el futuro. Gracias a ésta podemos anticipar, imaginar posibilidades e ir más allá del momento presente. Además, una persona puede liberarse de sí misma, imaginarse en el lugar de otros. Cada persona está así equipada con la capacidad intelectual para observar y criticar sus propias acciones y valores… (Paul Veléry).

La postura de Rob Riemen y la de todos los humanistas, citados por el holandés, son más que pertinente para dar respuesta, no sólo al problema del agua, sino a la problemática del ser humano.

En suma, el diálogo, la escuchatoria, el amor, como propuesta de aprendizaje, basada en una educación integral, no fragmentada, donde implique la complementariedad entre la razón, la emoción y lo pasional; una enseñanza-aprendizaje sustentado en el humanismo.


Referencias

https://habilidadesdepensamientouvrhr.wordpress.com/sentipensar/

Riemen, Rob (2017). Para combatir esta era (Consideraciones sobre el fascismo y el humanismo (1a. Ed.). México: Taurus.

Villator, León Isidoro (2018). Trazos y fragmentos (1ª. Ed.). Tabasco, México: UJAT.

Villator, León Isidoro (2010). Literatura, educación y libertad (1ª. Ed.). Tabasco, México: UJAT.

 

 

 

No hay comentarios: