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martes, 16 de febrero de 2021

Propuesta de lectura de un fragmento de Esquemas para una oda tropical*

 

Sin duda que este poema es uno de los más largos que escribió Pellicer, el más
concebido y ambicionado que dio luz después de más de cuarenta años de lenta maduración. El poema es un canto místico y mítico, aquí, el cuatro parece ser un número bajo el cual se nutre este esquema, por lo menos en el inicio de los primeros versos analizados: cuatro voces, cuatro puntos cardinales; juventud y madurez, vida y muerte.

El título del texto, como de entrada, nos dice que es un canto:

<<Oda, es la denominación que los griegos, en la antigüedad clásica, denominaron a todo poema dividido en estrofas y destinado al canto. Lo más frecuente era ser cantado para celebrar los atributos de un dios. Etimológicamente, oda significa canto griego y, técnicamente se trata de una poesía lírica>> (Gordon, 1987, 14).

Y, por referencia a su obra poética, casi en su totalidad, podemos pensar que es un canto prehispánico en las voces de los cuatro elementos de la naturaleza: el fuego, el viento, la tierra y el agua. Por su parte, el vocablo tropical puede ubicarnos en el espacio y en el tiempo, que en este caso es la selva.

Reitero, es el canto de la selva, de la naturaleza al que nos invita el poema.

La oda tropical a cuatro voces

ha de llegar sentada en la mecida

que amarró la guirnalda de la orquídea.

Efectivamente, esta estrofa nos anuncia el gran concierto del trópico en las voces de la naturaleza que han de llegar a sentarse para ser coronadas, y sustentadas por las flores como son la guirnalda y orquídea. Cuando todo parece teñirse de gris en alboradas y tardes que ya no se distinguen en estos tiempos; la voz del viento, la tierra, el agua y el fuego, se ven anunciándonos el inicio de un gran concierto de lo que está bajo amenaza de exterminio. El canto, en un tiempo futurista, vendrá del cielo y la tierra para unir su poder musical al canto del corazón del ser humano que de sentido a su existencia, a su raíz; que lo haga sensible a la vida.

Vendrá del Sur, del Este y del Oeste,

del Norte avión, del Centro que culmina

la pirámide trunca de mi vida.

Aquí el hablante lírico nos postula que no todo está perdido, aún en la pirámide que nos hemos construido con base en la tecnología, en la cibernética, en la futurología representada por la inteligencia artificial; en una ética mercantilista, consumista; sino que es en el poder de la naturaleza donde podemos reorientar el camino y lograr la libertad encadenada por la soledad a que nos ha arrojado el dichoso tener.

Yo quiero arder mis pies en los braseros

de la angustia más sola,

para salir desnudo hacia el poema

con las sandalias de aire que otros poros

inocentes le den.

Por ello, Pellicer lírico, nos narra en esta estrofa que en medio de la fronda natural, hay un deseo humano de libertad resplandeciente, feliz, con más bienes que la naturaleza de su canto y, extendiendo sus manos al hombre para rescatarlo y darle a beber de ella. Con los pies calzados por la hierba, las flores, el verdor del trópico.

Oportuno es mencionar que, la anterior estrofa bien podría ser utilizada por cualquier profesor que enseñe literatura para reflexionar junto con los alumnos, de cuáles han sido los efectos de la separación del ser humano de la naturaleza y cuáles serían los beneficios regresar al reino de ella. Aunado a esto, la anterior estrofa nos llevaría a discutir y reflexionar junto con los alumnos en torno a la libertad; cómo se manifiesta ésta en estos tiempos; cómo viven, cómo sienten los alumnos el acto de la libertad; qué es para ellos la libertad.

A la cintura tórrida del día

han de correr los jóvenes aceites

de las noches de luna del pantano.

En este terceto, se cuenta el murmullo joven del sudor del cielo sobre la tierra ardiente nocturna y pantanosa; es el mediodía, el carácter de la selva, la juventud del día para el cual no hay ningún obstáculo. Pero, claro, el hombre en estos tiempos ha olvidado que se está degradando en darle sentido a su modus vivendi en la superficialidad. Es en el canto de lo tropical, la música de la vida que lo mueve todo y, no en el chirriar o el claxon de los automóviles, el reposo de una estatua esculpida todos los días por la televisión, por el ciberespacio.

La esbeltez de ese día

será la fuga de la danza en ella,

la voluntad medida en el instante

del reposo estatuario,

el agua de la sed

rota en el cántaro.

Aquí es el canto del sur, de la tierra que da de tomar al sediento con su agua más cristalina, el agua que ha sido contaminada por la tecnología o por el mal uso que se le ha dado.

Entonces yo podría

tolerar la epidermis

de la vida espiral de la palmera,

valerme de su sombra que los aires mutilan,

ser fiel a su belleza

sin pedestal, erecta en ella misma,

sola tan sola que todos los árboles

la miran noche y día.

Así mi voz al centro de las cuatro

voces fundamentales

tendría sobre sus hombros

el peso de las aves del paraíso.

La palabra Oceanía

se podría bañar en buches de oro

y en la espuma flotante que se quiebra,

oírse, espuma a espuma, gigantesca.

Pero, si a pesar de todo hubiera cualquier inconveniente en este gran concierto tropical a que nos invita el texto, sería la mínima gota de imperfección, si es que algo de imperfecto tiene la naturaleza. Digamos, por ejemplo, la piel de roca de la palmera, como parte de una pequeña dificultad. Por lo demás es fiel a su esbeltez compartida por todos los árboles. Así la voz del hablante lírico de este esquema postulado del verso 29 al verso 36 tendría el color, la frescura y los tonos de las aves del paraíso. El sonido de la palabra Oceanía en el cantor del norte se nutriría de la juventud del sol y, el vaivén del canto de las olas escucharse en toda la selva tropical. Qué más poder alimenticio, qué más búsqueda vigorosa que la fuerza de estos elementos; para qué el poder basado en las máquinas, la arrogancia ficticia de nuestra modernidad; para ser tan <<civilizados>>; bien tendríamos que construir una forma de civilización basada en la filosofía de lo que queda del trópico.

El hombre podrá transformar la naturaleza, ensuciarla con sus manos; pero a una flor jamás le quitará el sueño de seguir reinando con todo el poder que un hombre no tiene.

Esto nos sugiere hacer una representación teatral de la naturaleza, de la selva dentro del salón de clases, donde cada uno de los alumnos representaría, así como el mismo profesor, los personajes como la palmera, los árboles, las aves, el murmullo del océano, las olas, etcétera; y con ello sentir y vivir que en realidad somos parte de la naturaleza.

El deseo del viaje,

siempre deseo sería.

Del fruto verde a los frutos maduros

las distancias maduran en penumbras

que de pronto retoñan en todos los niños.

El canto del trópico es la frescura de la juventud que puede viajar hacia la madurez para retoñar con la frescura sabia de un niño crecido en el silencio de la sabiduría. Y, es que en la séptima estrofa, la imagen de sus cinco versos es el recorrido de la juventud hacia la madurez, sin envejecer como envejecen las grandes urbes, que hacen todo lo posible para que el recorrido sea menos doloroso y, que sin embargo es más intenso; utilizando o haciendo uso del poder <<poder de la ciencia>>; ya sea a través de la química o a través de la bioingeniería. En la esteticidad de las palabras que es el trópico mismo, la imagen es una sola, aún con diferentes luces: juventud y madurez: Fuera de esto, en la urbanidad de nuestras ciudades, diferentes imágenes, dualidad para retoñar envejeciendo por el ego civilizado de sus habitantes.

En la ciudad entre fuerzas de automóviles

huele un poco de vidrios a guanábana.

Es la bolsa del semen de los trópicos

que huele azul en carnes madrugadas

en el encanto lóbrego del bosque.

La tortuga terrestre

carga encima un gran trozo

que cayó cuando el sol se hacía lenguas.

Y así huele a guanábana

de los helechos a la ceiba.

Aunado a esto, qué tan sensatos o prudentes somos hoy, y en mayor cuantía los que tienen todo el poder económico, como la sensatez (postulada en la VIII estrofa) de la madurez de las guanábanas que impregnan hasta los vidrios de los automóviles de las naciones que tienen prisa en llegar y no llegan a ningún lado. Hay que aprender de la lentitud sabia de la tortuga, que nos describe poéticamente Pellicer, alcanzada también por el semen de la guanábana que explota en todo el trópico.

En suma, y sobre todo, una magnifica invitación a regresar a la naturaleza, una invitación al renacimiento en medio del avasallador crecimiento de la tecnología desacralizadora del mundo.

Concluyo, aún, cuando el análisis de estos esquemas para una oda tropical es apenas sobre cincuentaiún versos de los quinientos veinte, podemos, aunque muy temprano, sugerir algunas estrategias de lectura a las ya mencionadas con anterioridad. Como el poema es un canto y en él se escucha a un hablante lírico como cantor principal, como director de orquesta de las cuatro voces tropicales, lo primero sería leer el texto, valga la redundancia, a cuatro voces, organizando una gran orquesta de alumnos. Leer el poema, por ejemplo en ranchero, en rap o en pop; logrando con ello una dinámica actualizada del poema y, agudizar el oído de los alumnos por la musicalidad que contiene la poesía, además de hacer atractivo el texto. En esta multiplicidad de voces, pasar al uso del diccionario para explicarse el significado de cada una de las notas musicales, que en este caso serían los vocablos del trópico. Los que llamen la atención al estudiante, de acuerdo a su competencia lingüística. Plantear en el salón de clases un diálogo en torno a la juventud y la madurez, la vida y la muerte bajo la primicia de la divergencia: naturaleza versus tecnología: Qué se entiende por juventud, qué por madurez, cómo entienden los alumnos la transición de la una a la otra desde la perspectiva de la naturaleza que postula Pellicer y, cómo desde el punto de vista de la era de la tecnología; así, la misma discusión acerca de la vida y la muerte.

A través de este poema se puede actualizar su temática para dar pie a una reflexión acerca de ello que hoy es propio de los jóvenes, pero bajo la óptica heredera de la informática. En la realidad actual del estudiante, el texto puede ganar interés, leído desde la mirada de la problemática que representa a fines y, viéndole la cara tiznada al siglo XX, el medio ambiente en que vivimos, al cual le hemos desgastado el corazón.

Bibliografía

Carmona, Cristina. (1979). Análisis de poemas I. México: Edicol.

Dietrich, Rall. (1993). En busca del texto. México: UNAM.

Eguinoa, Ana y Georgina Trigos. (1992). La comunicación literaria. Veracruz, México: Universidad Veracruzana.

Gordon, Samuel. (1987). Esquemas para una oda tropical. Tabasco, México: Gobierno del Estado de Tabasco.

Krauze, Ethel. (1992). Cómo acercarse a la poesía. México: Conaculta.

Suárez Caamal, Ramón Iván. (1991). Poesía en acción. México: Conaculta.

Mediz, Antonio. (1987). El libro de Chilam Balam de Chumavel. Yucatán, México: Gobierno del estado Yucatán.

 

* Este texto apareció publicado por primera vez en el suplemento cultural Latitud Sur, que coordinaba el artista Rogelio Urrusti en 1998.

viernes, 30 de octubre de 2020

El humanismo, solución de problemas del agua

(El diálogo, la escuchatoria, el amor y la complementariedad entre la razón y la emoción)


El mundo en una gota de agua. Foto tomada de la BBC News Mundo

Lo que se presenta aquí, son experiencias de aprendizaje de un problema real y social, como lo es el agua religado a la enseñanza aprendizaje que una institución educativa ofrece, como la universidad. Una propuesta basada en el diálogo, la escuchatoria, el amor; en una educación integral, no fragmentada, donde implique la complementariedad entre la razón, la emoción y lo pasional; un proceso educativo sustentado en el humanismo.

 

El problema del agua, planteado en  los videos y las lecturas que aparecen en https://habilidadesdepensamientouvrhr.wordpress.com/ y, uno que otro texto que me he venido encontrando, por pura coincidencia en el camino: el ensayo titulado La crisis del agua, una propuesta teórica para su entendimiento, de Paloma Mejía Lechuga y Gerardo Alatorre Frenk que aparece en la revista Ciencias de la UNAM, número 125 (julio-septiembre 2017) germen de las respuestas a las preguntas del problema humano y por tanto del quehacer educativo, me recuerda la crítica planteada al ser de la modernidad actual, por la escritora Newyorkina Susan Sontag en el libro Ante el dolor de los demás, debido a la voyerista expectación de las calamidades en el otro, esa mirada humana de desdén, olvidando que un día menos pensado también nos puede suceder a nosotros. Por ello la pregunta, ¿Nos hemos convertido en seres insensibles ante los problemas sociales y humanos como el problema del agua? ¿Por qué la indiferencia o mirada distanciada? ¿Es producto de la abundancia o es de la comodidad? Una posible respuesta sería que, mientras la necesidad sea atendida todo está bien en nosotros. ¿Pero todo está bien? ¿Todo está bien, cuando la realidad es degradada por el humano mismo? El agua es un derecho natural y, como tal, igual para todos. Mientras el egoísmo económico recalcitrante sea la mira de uno cuantos y, por otro lado, la de los demás sea acomodaticia, seguirá persistiendo no sólo el problema del agua, sino cualquier tipo de problema humano.

*

¿Cómo enseñar y resolver el problema humano? ¿Cómo enseñarlo, plantearlo y resolverlo desde el contexto de la práctica docente? Ciertamente, la propuesta planteada en la praxis del conocimiento de las habilidades de pensamiento ofrece como elementos la observación, la autoobservación y el dejarse observar. Y agregaría, el diálogo, donde se fundamente en la intersección humana de tres vértices: el escuchar-el ver-y el decir. Fusión tridimensional que nos lleva al éxito cualitativo de cualquier educación, de cualquier enseñanza. Fusión triádica que nos conduce a comprendernos, a explicarnos la realidad educativa que vivimos de manera consciente, de manera pensada. El diálogo: forma de aprender a pensar. Diálogo comunicativo entre seres humanos pensantes de su entorno.

Así, el maestro ante el escuchar, el ver y el decir de los alumnos; se escucha, se ve y dice su palabra. Diálogo, conocimiento y reconocimiento de sí mismo.

La discusión podrá ser entonces el punto de partida en toda comunicación educativa, específicamente entre el maestro y el alumno, sin olvidar por supuesto a la institución y a la sociedad en la cual se está inmerso.

Diálogo, en sí mismo, como forma de comprendernos-explicarnos-comprendernos; como forma de pensamiento; como forma de aprendizaje.

Generalmente nos movemos por las vías de las creencias, los prejuicios, las opiniones anticipadas ante el otro y, con ello, los malentendidos de las interpretaciones falaces que hacen oscura la comunicación humana. Es decir, no hemos aprendido a saber escuchar. Que en el contexto educativo sería: El maestro no escucha al alumno, el alumno no escucha al maestro.

Pero sobre todo el profesor.

Verbi gracia:

A lo largo de treinta y cuatro años he sido profesor en la universidad de asignaturas como matemáticas y física; de materias del área de la licenciatura en ingeniería eléctrica. Hoy, maestro de filosofía y lectura y redacción desde hace una docena de años y, en el caminar de mis 34 años, he aprendido la importancia que tiene la escuchatoria en el proceso educativo y en general de nuestra vida. Expongo:

[…] es conveniente recordar: el profesor debe tener una visión abierta, democrática, en cierto sentido, que le permita escuchar la voz de los jóvenes, y claro, esto se logra, mediante la praxis del diálogo.

No es posible que la actitud de ciertos profesores esté basada en una sola dirección acústica, la suya la de su voz. No es posible querer imponer sus experiencias […] como únicas. En este sentido, reitero, el diálogo con los alumnos es importantísimo [en el proceso educativo] (Villator 2010: 73-74).

Ahora bien. Si escuchar es el sendero para alcanzar el diálogo. ¿Cuál sería la estrategia en lograrlo?: Seguro que a través del amor. La educación, el aprendizaje fundamentado en la emoción amorosa. Por ello, viene a bien compartir otra experiencia de vida y aprendizaje en mi práctica como profesional de la educación universitaria, en este contexto amoroso:

¡Los grandes maestros! Hasta ahora nadie me ha preguntado quién o quiénes han sido los maestros que me han influenciado a lo largo de mi camino como profesor universitario, y falta que ha hecho, porque no lo ha habido, excepto una, y esto lo he narrado en otras ocasiones: Doña Marcelina. Ella me enseñó a escribir y a leer a los cinco años. Me enseñó sin enseñarme a ser maestro. Y, en verdad, lo digo, a pesar de ello, que gran distancia nos separa.

Fuera de Doña Marcelina, la influencia en mi formación como maestro, ha sido más bien las que he encontrado y leído muy atentamente en los libros. Jesús, por ejemplo, el hijo del carpintero ha sido uno de ellos. La enseñanza del amor por el prójimo es esencial en el acto de educar. Los excelentes poetas, maestría para reconocer nuestra esencia ontológica, necesarísima e indispensable en el constante dialogo con el otro, con el alumno. La filosofía y sus genios, como los libros escritos por Platón. El banquete o apología de Sócrates son dignos de aprendizaje sobre el amor y la muerte. Esto por mencionar un par de lecturas del aún actual filósofo griego, de las veintiocho que ha heredado al pensamiento humano. Por citar, tan sólo, la guía de dos maestros, porque la enseñanza filosófica y cognitiva no se agota con ellos. O las enseñanzas que aportan los senderos de la ciencia y la literatura. Los de la ciencia, a través de los libros de divulgación científica, escritos, específicamente por científicos. Esa visión de la realidad, que contrasta, ciertamente con las ya descrita hace unos momentos, aunque paradójicamente coincidan en algunas paradas comunes, o en otras se complementen, ante el asombro y misterio del universo. Como la coincidencia con la literatura, donde ambas, antes de bifurcarse, integran sus realidades, logrando que el proceso de enseñanza aprendizaje no sea dogmático, absoluto.

Por lo menos una decena de libros, escritos por científicos, han sido más que suficiente en mi formación científica, aceptable en mi quehacer cotidiano como maestro de estudiantes de ingeniería. Historia del tiempo de Stephen Hawking y el universo elegante de Brian Green, son dos lecturas que han contribuido y ampliado el horizonte de la realidad, que de alguna manera formaron de manera primigenia los libros académicos estudiados en mi época de estudiante de ingeniería en la universidad, menos que leídos con que lo son los primeros. Si la física o las matemáticas, por ejemplo, se enseñaran con el rigor lógico academicista bajo un lenguaje divulgativo, la formación de ambas sería más significativa y tendría un impacto social más determinante.

Por su parte, una lectura considerable de libros literarios, constituyen el corpus estético e intelectual que ha sostenido mi aprendizaje y enseñanza a lo largo de estos años. Porque la visión que ofrece la literatura —postula, diría el escritor argentino Jorge Luis Borges—, es más universal que otras áreas del conocimiento, inclusive la que nos aporta la ciencia (Villator: 2018).

Sin embargo, el amor como médium que entrelaza, que une, que establece la complementariedad entre todas las disciplinas y áreas de conocimiento humano. Un andamiaje que sustenta la relación entre el sentir y el pensar. Entre la emoción y la razón: La razón de la emoción. Y en ello, fundamental las palabras, el lenguaje cristalino y emotivo que emana de toda fuente de amor. Porque como se ve y se escucha, en el video el poder de las palabras emotivas. No es lo mismo expresar, escribir: Estoy ciego. Por favor ayúdeme, que Es un hermoso día y no puedo verlo. Hay que recordar, parafraseando al filósofo Wittgenstein, que somos lenguaje, pero emotivo.

Epílogo

Hoy ha sido un día deslumbrante y con una calidez que había disminuido un poco con la lluvia del lunes y el martes en otoño de 2017. Un día que disfruté por la lectura del libro Para combatir esta era (Consideraciones sobre el fascismo y el humanismo), de Rob Riemen que concluí felizmente y valido la pena leerlo. No exagero. Se lo que digo. Una reflexión humana del escritor holandés ciertamente dentro del contexto europeo, acompañándose, acompañándonos como lector, de voces sensibles y universales. Cómo combatir esta era de abuso de poder, de ciencia y tecnología con la enseñanza del humanismo. Empatía con la propuesta de Riemen, porque hace buen tiempo vengo reflexionando y ejerciendo con mis alumnos de ingeniería, la lectura de textos literarios como propuesta educativa en la formación de la libertad, por ejemplo.

Postura, la de Rob, más que europea más que occidental de una sensibilización humana y grandeza de espíritu en el alma, ya mostrado en su anterior libro La Nobleza del espíritu. Aquí unos fragmentos tomados al azar del texto mencionado en el párrafo anterior, citados por el escritor de los Países Bajos:

En relación con la educación de los hijos, pienso que se le debe enseñar, no las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia respecto al dinero; no la prudencia, sino el valor y el desprecio del peligro; no la astucia, sino la franqueza y el amor a la verdad; no la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación; no el deseo del éxito, sino el deseo de ser y de deber (Natalia Ginzburg).

Vivir en la verdad, hacer lo correcto, crear belleza: sólo en estos actos es el hombre quien debiera ser, sólo entonces será libre. Quien permanece esclavo de sus deseos, emociones, impulsos, temores, prejuicios y no sabe cómo usar su intelecto no puede ser libre (Rob Riemen).

El espíritu representa nuestra capacidad de transformación. Nuestra vida emocional puede ser transpuesta en obras de arte. El espíritu crea nuevas necesidades intelectuales, a través de las cuales podemos trascender nuestros instintos físicos y naturalezas bestiales. El espíritu nos ha permitido tener una conciencia del tiempo, del pasado y el futuro. Gracias a ésta podemos anticipar, imaginar posibilidades e ir más allá del momento presente. Además, una persona puede liberarse de sí misma, imaginarse en el lugar de otros. Cada persona está así equipada con la capacidad intelectual para observar y criticar sus propias acciones y valores… (Paul Veléry).

La postura de Rob Riemen y la de todos los humanistas, citados por el holandés, son más que pertinente para dar respuesta, no sólo al problema del agua, sino a la problemática del ser humano.

En suma, el diálogo, la escuchatoria, el amor, como propuesta de aprendizaje, basada en una educación integral, no fragmentada, donde implique la complementariedad entre la razón, la emoción y lo pasional; una enseñanza-aprendizaje sustentado en el humanismo.


Referencias

https://habilidadesdepensamientouvrhr.wordpress.com/sentipensar/

Riemen, Rob (2017). Para combatir esta era (Consideraciones sobre el fascismo y el humanismo (1a. Ed.). México: Taurus.

Villator, León Isidoro (2018). Trazos y fragmentos (1ª. Ed.). Tabasco, México: UJAT.

Villator, León Isidoro (2010). Literatura, educación y libertad (1ª. Ed.). Tabasco, México: UJAT.

 

 

 

lunes, 30 de diciembre de 2013

NOTAS A UN AMIGO


Salvador Córdova León y los caminos encendidos de las letras

  “No hay como una chela bien fría

                                                                            y un chelo bien ardiente.”[*]

SCL.

 

Hoy digo; después de más de tres lustros sin verle, que la vida, para Salvador Córdova fue breve pero sustanciosa. Sobre todo, encontrarle la medida al instante, bajo el argumento poético de la religiosidad y el erotismo. Descubrir que en ello está el camino hacia  la forma más humana que todo hombre anhela para ser menos bárbaro. Lección de vida que Salvador debió aprender por los senderos transitorios del siglo pasado y a su vez, enseñanza dejada a sus amigos y futuros lectores que quieran leerlo; asombrarse por los caminos de la brevedad, la sensibilidad y los incendios de su poética.

La muestra: lecturas públicas, libro de poemas publicado en 1982 y la verdadera historia de Adán y Eva, mini libro de cuentos súbitos publicado en 1994. Dos libros de brevedad poética; pero de alto vuelo. De lecturas públicas, mis poemas preferidos, nocturno y tríptico erótico. Dos excelentes poemas fuera de todo mercadeo, que parece ser, en este siglo, marca la única alternativa de subsistencia  de la poesía y de los poetas. Como diría Charles Bukowski: la fama es la peor de las putas.

Dos grandes poemas que Salvador Córdova León nos ha dejado como testimonio de la importancia que representa en nuestro camino, el instante del tiempo sensible y ardiente.

 

TRÍPTICO ERÓTICO

(Fragmento)

1

No es más dulce un lirio

que el borde de tus párpados

cuando bajas la mirada,

y tus pestañas caen negrísimas

haciendo sombra sobre tus ojeras.

 

Nadie trazó jamás tal delicadeza.

 

Y nada ablanda tanto el corazón

que mirar tal curvatura,

más leve,

más ligera aún

que el ala de una mariposa.

 

NOCTURNO

Desde su sed,

bajó un potro

a tomar

sorbos de luna en el aguaje.

Curvó el pescuezo,

inquietó las aguas,

y temblaron las constelaciones

y las sombras

que dormían reflejadas.

Se llenó de claridad.

Al subir cada sorbo,

relumbraron tornasoles

en el pelaje de los relieves de su cuello.

Alzó la testa.

Y luego inmóvil,

esculpido en el mármol de la noche,

contempló los cielos.

Impuso entonces

una carga de fuerza y de belleza

al panorama,

junto a la sombra poderosa

de una ceiba.



[*] Epígrafe tomado de la memoria de quien escribe, en una tarde de 1994,  en el café la Alianza, del Centro Histórico de la ciudad de Villahermosa.