Salvador Córdova León y los caminos encendidos de las
letras
“No hay como una
chela bien fría
y un chelo bien ardiente.”[*]
SCL.
Hoy
digo; después de más de tres lustros sin verle, que la vida, para Salvador
Córdova fue breve pero sustanciosa. Sobre
todo, encontrarle la medida al instante, bajo el argumento poético de la
religiosidad y el erotismo. Descubrir que en ello está el camino hacia la forma más humana que todo hombre anhela
para ser menos bárbaro. Lección de vida que Salvador debió aprender por los
senderos transitorios del siglo pasado y a su vez, enseñanza dejada a sus
amigos y futuros lectores que quieran leerlo; asombrarse por los caminos de la brevedad,
la sensibilidad y los incendios de su poética.
La
muestra: lecturas públicas, libro de
poemas publicado en 1982 y la verdadera
historia de Adán y Eva, mini libro de cuentos súbitos publicado en 1994.
Dos libros de brevedad poética; pero de alto vuelo. De lecturas públicas, mis poemas preferidos, nocturno y tríptico erótico. Dos excelentes poemas fuera de todo
mercadeo, que parece ser, en este siglo, marca la única alternativa de
subsistencia de la poesía y de los
poetas. Como diría Charles Bukowski: la
fama es la peor de las putas.
Dos
grandes poemas que Salvador Córdova León nos ha dejado como testimonio de la
importancia que representa en nuestro camino, el instante del tiempo sensible y
ardiente.
TRÍPTICO ERÓTICO
(Fragmento)
1
No es más dulce un lirio
que el borde de tus párpados
cuando bajas la mirada,
y tus pestañas caen
negrísimas
haciendo sombra sobre tus
ojeras.
Nadie trazó jamás tal
delicadeza.
Y nada ablanda tanto el
corazón
que mirar tal curvatura,
más leve,
más ligera aún
que el ala de una mariposa.
NOCTURNO
Desde su sed,
bajó un potro
a tomar
sorbos de luna en el aguaje.
Curvó el pescuezo,
inquietó las aguas,
y temblaron las
constelaciones
y las sombras
que dormían reflejadas.
Se llenó de claridad.
Al subir cada sorbo,
relumbraron tornasoles
en el pelaje de los relieves
de su cuello.
Alzó la testa.
Y luego inmóvil,
esculpido en el mármol de la
noche,
contempló los cielos.
Impuso entonces
una carga de fuerza y de
belleza
al panorama,
junto a la sombra poderosa
de una ceiba.
[*]
Epígrafe tomado de la memoria de quien escribe, en una tarde de 1994, en el café la Alianza, del Centro Histórico de la ciudad de Villahermosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario